Ao igual que
Amadeo Arango en Ribadeo. Recuerdos de infancia, Manuel Díaz Aledo tamén recorda
en Entre tus calles, como eran o cine Teatro e o Colón nos anos 50.
"[…] Los citados
cines eran, como ya se dijo anteriormente, el Teatro Principal o Teatro
a secas y el Colón. El primero, que hasta hace muy poco tiempo ha
continuado abriendo sus puertas al público, era como su nombre indica un teatro
adaptado para sesiones cinematográficas. Disponía de un escenario de cierta
amplitud, telones y todo lo necesario para la representación de obras
teatrales. Un patio de butacas amplio, no excesivamente cómodas, sino más bien
algo duras por ser de madera, se rodeaba de unas pocas columnas necesarias para
sustentar el piso superior, denominado general. Éste no tenía butacas, sino
unos amplios escalones o gradas de madera. Este piso de general bordeaba
lateralmente el patio de butacas hasta cerca de la pantalla. La incomodidad
estaba garantizada, pero el ensimismamiento en la contemplación de las
películas ayudaba a no percatarse demasiado de esta circunstancia.
[…]
El Colón era
otra cosa. Situado a espaldas del Cantón y la Torre de los Moreno era más
pequeño en todas sus dimensiones que el Teatro. Preparado solamente para el
cine, disponía de un patio de butacas de porte acogedor y algo más cómodo que
el Teatro. Arriba, tenía igualmente la zona de general, pero provista de
butacas alineadas en pendiente.
Los dos cines
ofrecían sesiones los sábados y domingos. En cambio, durante la semana,
alternaban sus proyecciones sin coincidir, por lo general, en el mismo día
cubriendo así toda la semana. En los años 50 era frecuente la sesión continua y
dos películas cada día. Todo ello por el precio de una sola entrada. Las butacas
solían estar numeradas y disponían del clásico acomodador, linterna en
ristre, de los cuales era Víctor el más conocido.
[…]
Las sesiones
comenzaban con la sala generalmente repleta desde minutos antes, con el NODO.
Su música de comienzo resuena en los oídos de todos los españoles. Parece que
todavía se oye. El NODO era un noticiario cinematográfico. Una especie de
telediario en el cine. […]
A continuación
se pasaban los llamados trailers o escenas de próximas películas.
Después, los anuncios, con aquella publicidad
sencilla de la época. Luego se encendían las luces y comenzaba un descanso
breve. Los fumadores salían al hall para satisfacer su ansiedad de tabaco. En
el Teatro se podían comprar caramelos o cacahuetes en La Flor. La gente salía,
cruzaba la calle y volvía al Teatro con su paquete en la mano.
Sonaba un
timbre anunciando el inmediato comienzo de la película. Los espectadores se
apresuraban a entrar. Se apagaban las luces. Se oían con fuerza y potencia en
la sala la música y las voces del inicio de la película. Se palpaba la emoción
y el silencio lo invadía todo. La película del día había comenzado.
[…]
Por las calles
se repartían los programas de mano, una hoja con la reproducción del
cartel anunciador de la película. Muchos de nosotros coleccionábamos esos
pequeños programas en los que sabíamos los actores principales y el director,
así como el día de la proyección. Antes de acudir o elegir la película, los
ribadenses íbamos a ver las carteleras, los cuadros les llamábamos.
Éstas se exponían, con más proliferación que en la actualidad, en la puerta o o
fachada de los cines. Pero también en el rincón de las Cuatro Calles, junto a
la barbería de Abelardo, como ya indicamos en otro lugar. […]
Se consultaban,
además, por bastantes de nosotros unas fichas de calificación de las
películas que se exponían a la entrada de la Iglesia Parroquial.[...] Se
empleaba un sistema con las valoraciones 1, 2, 3, 3R y 4. El 1 se reservaba
para películas toleradas para todos los públicos. El 2 como aceptables para ser
vistas, o sea, sin problemas. El 3 era para mayores y por tanto no aconsejable
para jóvenes o niños. El 3R las calificaba como mayores con reparos, es decir,
no aconsejable para nadie. El 4 significaba que se estaba ante una película
inmoral y totalmente desaconsejable para todos.
[…]
Un buen día
llegó a Ribadeo el cinemascope. Con él desaparecieron las pequeñas
pantallas anteriores, el blanco y negro y el sonido mediocre de tantas
películas. Llegó el color y se instalaron las pantallas más anchas, de lado a
lado del escenario. La famosa y novedosa pantalla panorámica. Hubo experiencias
como el todd ao o algo así. Y hasta alguna película que se veía con unas gafas
especiales que se repartían a la entrada.
[…]"
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Capítulo XVIII. El cine.
Díaz Aledo, Manuel: Entre tus calles.
2005